Política en entredicho

Llegaron los partidos encargados de poner en práctica las nuevas políticas, al menos eso dijeron, y con el tiempo, poco en algunos casos, se ha ido demostrando que son más de lo mismo. Sectarismo, consejos vendo que para mi no tengo, usted no está legitimado, no utilice la demagogia contra mi, esa misma que yo uso contra usted, corrupción es lo suyo, no lo mío, etc…

Hay veces que cansa, incluso que duele, leer la prensa. En las últimas semanas, me he dado cuenta de algo que al menos me parece significativo. Para justificar la acción de determinados políticos afines, como fue el caso de los dos concejales de Madrid investigados por el torneo de tenis, la alcaldesa de la capital los defiende diciendo que no es corrupción, que prevaricar no se considera como tal.

Pero digo yo: ¿es un delito, no? ¿O es que ahora se les va a permitir a los políticos todo menos aquello que sea corrupción? Es más, esta es una de las acepciones de corrupción en el Diccionario de la Lengua Española:

En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

Miserables

Ya digo que en las últimas semanas hay cosas que me están llamando mucho la atención, pero la miseria de algunas personas, como la del concejal de la marca de Podemos en el Ayuntamiento de Alicante, que rechaza dar el nombre de Ignacio Echeverría a una plaza de skate porque no está demostrado que el joven español asesinado por terroristas en Londres fuera en monopatín cuando fue apuñalado. No se puede ser más miserable. Para su desgracia, la propuesta salió adelante.

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Según Podemos en Alicante, Ignacio Echeverría no merece un homenaje porque no está demostrado que fuese en monopatín cuando fue asesinado.

En la localidad sevillana de Bormujos, donde el PSOE gobierna con Participa, satélite del partido morado que ya conocen, también se han lucido. En este caso, el motivo para negar el homenaje es la falta de arraigo del fallecido con el municipio, algo que sí tenían, según esta lógica, Tirso de Molina, Unamuno, Ramón y Cajal o San Juan de Dios, entre otros ilustres personajes incluidos en el callejero bormujero.

Otro caso sangrante es el de Miguel Ángel Blanco. El PP propone dar el nombre de una calle de Cádiz al concejal de Ermua asesinado por la banda terrorista ETA hace ahora 20 años. La respuesta de Por Cádiz Si Se Puede, Podemos, que también gobierna aquí con el PSOE, que consiente estas cosas y mucho más, es que el PP tuvo 20 años para hacerlo cuando gobernaba.

El caso es que se decide ahora por el aniversario, pero aunque no fuera así, sigue sin entrarme en la cabeza como un partido político puede defender a una banda terrorista que ha matado durante décadas a cientos de personas, mujeres y niños incluidos. Aunque se entiende mejor si vemos cómo se las gasta el alcalde de Cádiz, con su famoso la próxima visita será con dinamita. O invitando a concejales etarras que, por mucho que él dijera, nunca han condenado los asesinatos.

Todos los partidos políticos, en mayor o menor medida, son sectarios. Pero justificar los asesinatos de ETA o no permitir que se homenajee a una persona que dio su vida en defensa de otras, no me entra en la cabeza. ¿Esto es política? Si así es, mucho mal han traído los nuevos partidos.

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